martes, 12 de mayo de 2009

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INTRODUCCIÓN

El pasaje hacia el Siglo XXI nos plantea una nueva inquietud: “El fin del Trabajo”, como define Jeremy Rifkin en su libro al reemplazo del trabajo realizado por el hombre, por maquinas. Si bien este proceso no es nuevo ya que a partir de fines del Siglo XVIII, la Revolución Industrial bajo situaciones parecidas, nunca antes como en estos tiempos, la tecnología ha ocupado un papel tan destacado en cuanto a la posibilidad cierta de eliminar o reinventar tareas y ocupaciones. Nunca antes en la historia se eliminan más tareas que las que se inventan, nunca antes este fenómeno afecto a la misma generación.

Ahora bien, ¿Cuál es el efecto que puede producir en este el desarrollo del humano y sus organizaciones económicas y sociales?. Hasta hoy el sistema capitalista cimentó sus bases en el concepto de productividad, o sea, la utilización eficiente de los recursos con el fin de obtener bienes y servicios en cantidades superiores a la que se consumen para producirlos. Con el avance tecnológico esa productividad se ha multiplicado en forma espectacular, desplazándose las fronteras de producción hasta límites que todavía no hemos encontrado.
Ha su vez, la otra cara de la moneda que completa el funcionamiento de un sistema económico, el consumo, también se ha incrementado no solo en el aspecto cuantitativo, sino, en una constante innovación hacia los bienes y servicios lo cual hace la realidad la posibilidad de estar cada vez mas cerca de elegir una casi infinitiva cantidad de bienes y servicios.
Este cambio se ha producido en tan poco tiempo, afecto fuertemente a una misma generación. Si consideramos a una generación como “el periodo de tiempo o lapso que separa a padres e hijo” en los últimos 25 o 30 años una persona que se formo o capacito para un modo de trabajo determinado se encuentra con que su formación no alcanza o no encaja en nuevo parámetros productivos, signo de la Revolución Tecnológica.
Comienzan a surgir las expresiones tales como reciclaje, reconversión, recalificación o reingeniería, que describen la necesidad de volver a ingresar a un ciclo, a una calificación o convertirse en otra cosa desde el punto de vista laboral. El sistema educativo, tanto formal e informal, no se actualizo lo suficientemente rápido para acompañar el cambio tecnológico.
Ese cambio requiere de otras y nuevas habilidades, que estén a la altura de los cambios del mundo productivo. Si bien es cierto que la adquisición de nuevas capacidades no lograra la solución integral del problema del próximo siglo: La falta de trabajo tal y como se conoció en el Siglo XX, en este siglo deberá definirse claramente en que consistirán las nuevas forma de trabajo y como serán las nuevas organizaciones socioeconómicas.
Es evidente que en este nuevo contexto la capacidad laboral sigue siendo una condición necesaria, no suficiente, para probablemente encarar este próximo siglo en las mejores condiciones respecto a las oportunidades que se presentaran. Muchos expertos en el tema consideran que la reducción de la jornada laboral será una de las consecuencias lógicas de este proceso de avance tecnológico, ya que en otros momentos de la Historia también se implanto acompañando a la Revolución Industrial.
Otra consecuencia seria la revalorización de un “Tercer Sector”: El constituido, por ejemplo, por el voluntariado y asociaciones sin fines de lucro. Este sector se diferencia del ligado al mercado (regido por las reglas de la productividad) y del sector publico (ineficiente a la hora de asignar recursos escasos). En muchos países el “Tercer Sector” esta en constante crecimiento en cuanto a sus posibilidades de ocupación laboral. Cualquiera de las soluciones planteadas deberá tener en cuenta como principal problema a resolver, quien será y a través de que medio, el o los sectores que financien este cambio. En este sentido, existen razones para pensar que las actividades que tuvieron los mayores beneficios derivados de la “Revolución Tecnológica”, podrían ser los que más contribuyan a este objetivo.
Hoy frente al problemático tema de la desocupación nos remitimos a culpar al gobierno de turno, o al anterior y sin ningún tipo de cobertura y a la globalización. Sin interpretar, quizás, el nuevo orden mundial que esta siendo diseñado y que esta pasando frente a nuestras narices y no somos capaces de detenernos a observar que esta ocurriendo, dado la cantidad de tareas que tenemos que atender, hijos, hogar, trabajo, el auto, la moto y otras actividades sociales.
Toda cambio conlleva a una reacción que genera anticuerpos, un cierto rechazo porque desconocemos lo que puede pasar. El hombre por naturaleza le teme a lo que desconoce.
Nos toca vivir en una sociedad donde la tecnología de punta es cosa de todos los días y que van reemplazando al hombre.
En su libro “Fin del trabajo” de Jeremy Rifkin, da un excelente panorama, que abunda en detalles y ejemplos, del nuevo conflicto social tecnologías contra puestos de trabajo: el nacimiento de una nueva era. Plantea la forma brusca que el software (programas para computadoras) reemplaza a varios obreros de cuello azul en una fabrica y como los obreros de cuello rosa (mujeres) continúan ocupando puestos de trabajo que por siglo fueron exclusiva tarea de los hombres y de una manera clara explica de cómo los trabajadores de silicio (maquinas, fax, computadoras y personal altamente capacitado) se van a ir transformando en una elite del conocimiento donde el capital seguirá siendo importante para la organización social pero los que configuran esa organización social serán los jóvenes del conocimiento.
Mientras que la revolución industrial estaba fundamentalmente preocupada por el aumento de la producción, la importancia de la revolución de la información esta orientada a ampliar el tiempo libre, dándonos la posibilidad de determinar nuestro propio futuro.
Las empresas están preocupadas por ser 100 % competitivas en su producción y respuesta al consumidor. Por ejemplo en una compañía japonesa que hace bicicletas uno puede ir a comprar y elegir el diseño, el color, el modelo, la marca, los frenos, las ruedas y otros detalles a través de una computadoras que registra el pedido directo al fabrica, sin intermediarios, y esto contabiliza un tiempo de tres horas desde el pedido del cliente, armado y entrega del producto. De forma irónica la empresa descubrió en un estudio de mercado que la rápida respuesta reduce el entusiasmo del cliente por lo que tuvieron que realizar la entrega a una semana para que el cliente experimente la “ansiedad de la entrega”. Junto con la Ofimática (Oficina Automática) y la Biotecnología, la Multimedia, las Fabricas Inteligentes y la Inteligencia Artificial serán los verdaderos responsables de que la desocupación sea un problema para nuestro mundo globalizado.
Por otro lado estas mismas empresas se desprenden de sus empleados remplazándolos por tecnología. Esto llega al punto de que los trabajos de los obreros de cuello azul para mediados del siglo XXI dejaran de existir. Pero la solución se halla en un sector que los políticos y los economistas y la comunidad han restado su verdadera importancia el “Tercer Sector”. Y esto lo digo yo, él termino economía social que a menudo se hace referencia, necesitamos que sea aplicado. Las sociedades de vecinos, de fomento, los clubes de barrio, las asociaciones de voluntarios y todas las fuerzas vivas, las O.N.Gs., el llamado Tercer Sector. Tendrá que absorber el doble de empleos que absorbió el Sector de Servicio. Ello radica en que la gran cantidad de desempleados es arrojado a la marginación, como producto de esto, los índices de delincuencia están en aumento por lo tanto es necesario una solución al problema. Pero, si continua existiendo cierta injusticia social y las políticas económicas siguen ejerciendo cohesión al pueblo, es menester cualquier adelanto tecnológico o solución al problema.
En este siglo XXI, los sectores publico y privado van a jugar un papel todavía más ilimitado en la vida del ser humano. El vacío de poder será ocupado tanto por una creciente subcultura al margen de la ley como por una mayor participación de tercer sector. Esto no implica que ninguno de los sectores va a desaparecer, solo que su relación con la organización social y con las personas probablemente va a cambiar. En el imaginario social la acción de los sectores publico y privado se convertirá en una “acción virtual”.
Hoy los gobiernos tienen dos posibilidades frente a la gran cantidad de desempleados en el sector de mercado: financiar políticas de protección y crear un numero mayor de prisiones para encarcelar a un creciente numero de criminales, que nacerán producto de la falta de empleo o bien financiar con presupuestos formas alternativas en el sector de voluntariado.
La globalización del sector de mercado y la disminución del papel del gobierno tendrá como consecuencia que las personas se vean forzadas a organizarse en comunidades que defiendan intereses comunes para garantizar su propio futuro. Conseguir una transición con éxito hacia la era postmercado, dependerá en gran medida de la capacidad de un electorado estimulado, que trabaje a través de coaliciones y movimientos, para lograr, transferir tantas ganancias de la productividad como sean posibles del sector de mercado al tercer sector, para fortalecer y afianzar los lazos comunitarios y las infraestructuras locales.
El gobierno jugara, con toda probabilidad, un papel muy distinto en la emergente era de las tecnologías, menos ligado a los intereses económicos y comerciales y en la línea de la economía social. Mediante la creación de una nueva unión entre el gobierno y el tercer sector, cuya finalidad sea la de reconstruir la economía social, se podrá ayudar a restaurar el sentimiento cívico en cualquier sociedad. Proporcionar alimento a los pobres, garantizar unos servicios sanitarios básicos, educar a los jóvenes, construir casas asequibles y preservar el medio ambiente encabeza la lista de prioridades urgentes para los próximos años. Todas estas áreas han sido mal atendidas o ignoradas por las fuerzas de mercado. En la actualidad, con una economía formal cada vez mas apartada de la vida social de la nación y con el gobierno abandonando su tradicional papel de proveedor de ultimo recurso, solo queda conseguir un esfuerzo concertado encabezado por el sector de voluntarios y adecuadamente apoyado por el sector publico que permita garantizar los servicios sociales básicos y reiniciar el proceso de revitalización de la economía social de cada país.

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